Parejonormatividad y solterofobia

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diciembre 9, 2013 por matteryu

Publicamos dos nuevas definiciones para el diccionario de la identidad, utilizando dos neologismos que puedan dejar más claro el significado.

La primera destaca, dentro de la construcción social heteronormativa, el conjunto de reglas que promueven una cultura de pareja, basada sobre el completarse entre «hombre» y «mujer».

Dentro de esta cultura que basa forzosamente la construcción social encima del número 2, hemos seleccionado algunas reglas que definen una nueva fobia que rechaza el 1.

«La Soledad es esta situación algo cómica, algo ridícula, algo violenta, de un hombre sentado a la mesa de un restaurante turístico: la imagen de una persona incompleta, tan torpe que parece estúpida o arrogante. Leo tiene que empezar a defender esta soledad suya. No debe permitir que los demás lo vean como un átomo con las valencias abiertas, como alguien empobrecido por la ausencia de un compañero, de un amigo, de un amor. La soledad es también incomodidad. Obliga a dirigirse a los demás, a hacer continuas peticiones.

En el tren no puede abandonar el equipaje para ir al restaurante. Tiene que buscar al revisor, o a otro pasajero, y pedirle por favor que le vigile la cámara de fotos. En los aeropuertos, con el carrito lleno de maletas, no consigue llegar al servicio, o a la cabina telefónica, sobre todo si están en pisos que no son el mismo donde ha desembarcado, y si hay que descargar las maletas, afrontar las escaleras, depositarlas, entrar en un cuarto de baño, se convierte en una hazaña imposible, cansina sólo de pensarlo. En los restaurantes se siente agobiado por la gente que hace cola, sólo porque los demás son dos y él, solo, ocupa una pequeña mesa.

En los hoteles las habitaciones individuales son, en general, las más estrechas y las más pequeñas: los desvanes o las buhardillas de la servidumbre. Y para colmo hay que pagar siempre un suplemento.

La soledad apiada a los demás. A veces percibe la mirada indiscreta de la gente sobre su figura como un gesto de una violencia inaudita. Como si los demás creyeran que está ciego y se le acercaran para ayudarlo a cruzar la calle. Ciertas atenciones le ofenden más que la indiferencia, porque es como si le recordaran continuamente que le falta algo y que no puede ser feliz.

Se ve a sí mismo con un lado del cuerpo sangrante, una cicatriz abierta, de la que ha sido separada la otra mitad. Le gustaría explicar que sí, que echa de menos a Thomas y que por eso sufre. Pero que no siente su soledad como una desesperación. Se está concentrando en sí mismo, se está encerrando en sus propias fantasías y en sus recuerdos. Intenta abarcar la parte más auténtica de sí mismo recuperándola a través del recuerdo, la reflexión y el silencio.»

Pier Vittorio Tondelli

Camere Separate (1989)

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