¡Adelante, marikas!
8abril 2, 2018 por matteryu
El 27 de abril del 2018 cumplo veinte años fuera del armario y ahora busco un grupo de marikas diversas. Soy italiano, blanco y nunca he tenido problemas económicos. Mi cambio a Madrid hace 8 años ha representado una ruptura que todavía no he sanado; sin embargo, durante la mitad de mi vida, he fundado mi identidad en la visibilidad como hombre gay. Utilizo mis dos apellidos y mis fotos de la cara en redes para que me puedan ubicar y encontrar, no tengo filtros de privacidad, amo los selfies por narcisismo y los bares de mi nuevo pueblo Lavapiés por pasión.
En mi activismo en Bolonia, que se confundía con el trabajo y la familia, aprendí a luchar contra miedos más grandes que yo y llegué a sentir que la definición de comunidad LGTB, acrónimo sintético y misógino, se quedaba estrecha.
En mi trabajo de formación y facilitación de grupos, desde 2006, he apostado en cada ocasión por la promoción de la diversidad sexual, y he diseñado fluideS, un proyecto de teatro social que recoge mis ganas de intercambiar e incluir vivencias fuera de las normas.
En Orbita Diversa, desde 2012, he aprendido a aprender de las mujeres y del movimiento feminista, y gracias a ellas me he reapropiado de la palabra Marika, usándola publicamente.
Vivo en continua duda y sigo mi camino de contrastes, equivocándome y atreviéndome a ser incorrecta: me commociono con facilidad, grito y lloro, tengo infinita curiosidad pero leo poco, me apasionan tanto RuPaul Drag Race como el Festival de la canción italiana de Sanremo. Sin vergüenza, y con mucho entusiasmo, me dejo guiar siempre por la generosidad y a menudo por la escucha. Y ahora he llegado a una nueva etapa: estoy buscando un grupo diverso marika que comparta mis inquietudes y mis necesidades, que me enriquezca con nuevas criticas y con ulteriores dudas, que me estimule hacia nuevas perspectivas.
Entre privilegio y vulnerabilidad
En este último tramo de camino activista, Orbitando y nutriéndome de numerosas confrontaciones #CoCos con Ofelia, he arrancado a tomar consciencia de mi privilegio masculino. El proceso sigue, larguísimo, la dirección está clara, iluminada por las continuas relaciones con el género femenino y con sus desafíos; quiero seguir cuestionando mis privilegios, aunque este proceso comporte dolor y una auto-análisis constante y sin fin. Al mismo tiempo se me queda limitante encasillarme en grupos de “nuevas” masculinidades, que no valoren mis experiencias gais; no me encuentro a gusto en espacios que presuman un enfoque binario, y tal vez hasta me molesto, cuando de nuevas no tienen nada.
Mi orientación del deseo ha formado parte fundamental y casi mayoritaria de mi sentir y de mis acciones. Ha marcado espacios de amistades y de conflictos, ha inspirado mis creaciones y me ha permitido contactar con una comunidad que es mi familia política, citando al querido Michael Tolliver de Tales of the City. Querría que esta vivencia tuviera su valor, tanto como mi sexo asignado al nacimiento y como mi identidad de género.
En el fanzine Cuirmadriz #1, la compañera Sopa de ajo describe con detalle esta dicotomía en el artículo ¿Habitar la incomodidad? (*1): “(…) Nuestra socialización como ‘hombres cis’ nos ha proporcionado en teoría rasgos asociados a la masculinidad hegemónica y que han sido identificados como privilegios: exención de las labores de cuidado, uso privilegiado del espacio público, legitimidad en el uso de la palabra, seguridad y autoestima, control emocional, control del miedo, racionalidad, control de sentimientos, independencia e individualismo, autosuficiencia, monopolio de la violencia y agresividad, sexualidad activa y visible, invisibilidad corporal hacia agresiones sexuales, micromachismos etc. Desde luego que ‘ser marica’ no implica, a priori, ni mucho menos, ser todo esto ni haber adoptado (ni desear hacerlo) todos estos rasgos, puesto que, precisamente, en tanto que sujetos oprimidos con recorridos, experiencias, corporalidades, u orígenes sociales y étnicos diversos, somos sujetos vulnerables (…)”.
En este espacio incómodo, determinada a posicionarme interseccionando mi recorrido con los otros, quiero buscar nuestra dirección peculiar, quiero acoger ideas para una nueva identidad intermedia, a construir colectivamente a partir de lo personal. Mi deseo es poder cruzarme especialmente con identidades diversas, con marikas trans*, racializadas, de otras clases sociales y con otras vivencias y cuerpos. Tomo en préstamo algunas preguntas del mismo artículo: “(…) ¿Es una marica un cishombre? Ante la evidencia de que no somos trans ¿cabría preguntarse si no hay nada entre lo cis y lo trans? porque ¿cuántas maneras hay de ‘ser hombre’?, ¿y de ser marica?, ¿ser marica es una forma de ser hombre o podría ser una manera de no serlo? (…)”. Expondré aquí tres líneas de investigación que me gustaría profundizar con mi futuro grupo: 1) la deconstrucción del binarismo de género, 2) la busqueda de nuevos modelos relacionales contra lo homo-normatividad, 3) la liberación de las prácticas eróticas y de los cuerpos.
Mi pluma con A
La primera línea de cuestionamiento se dirige a de-construir los modelos de masculinidad y feminidad que tenemos inculcados. Mi momento de revelación fue la pregunta provocatoria que me hizo hace poco el compañerx Carlos, que está desarrollando el proyecto fotográfico Femineidad ¿y/o? Masculinidad. ¿Cuáles son los elementos tangibles que caracterizan cada uno de los dos constructos que tengo en mi mente? Precisamente, ¿qué componentes visibles puede capturar una imagen fotográfica? Desde cada respuesta empezó a abrirse una nueva ventana de interrogativos, provocando una conexión infinita de recuerdos, memorias y estímulos para descomponer trozo a trozo mis ideas de las dos expresiones de género.
El trabajo de descomposición en partes mínimas surge desde el cuerpo, involucrando todo aspecto relativo a la percepción visual: quiero analizar si para mi es rosa o azul cada parte del cuerpo, forma física, actitud, ritmo, ocupación del espacio y del tiempo, mirada, color, prenda de ropa o accesorio de moda. Tanto da de sí esta reflexión-espiral, que me comprometo a escribir otro artículo dedicado en este blog. Lo que sí comparto ahora es una selección de fotos femeninas que acompañan este post, realizadas por Carlos en mi sesión-diálogo, reivindicando con más fuerza mi pluma.
Otra arma valiosa de de(con)strucción que poseemos es el lenguaje verbal. Hablo en femenino plural y me atrevo a usarlo de vez en cuando con el yo singular. Lejos de ser sólo una referencia al concepto de persona, quiero compensar las opresiones lingüisticas machistas y al mismo tiempo reivindicar mi subversión a la norma y homenajear mi vivencia intermedia y el colectivo con A al que pertenezco. Jugar con el lenguaje me divierte y me satisface. Es gracias a las herramientas proporcionadas por mis compañeras Esme y Sara que he vuelto a disfrutar de la pasión de escribir, inventando creaciones poéticas, dignificando la fluidez de los géneros a través de nuevos términos, y finalmente quiero vengar a la adolescente que fui, ahogada por un contexto opresor en un pueblo de la periferia italiana, afectada y dolida por su homofobia interiorizada.
Usar la misma palabra “marika” (finocchia o frocia en Italiano) me ha costado mucho: facilitado por el cambio radical de mi idioma principal, me empoderé sólo hace poco a re-apropiarme de un insulto que me ha afectado desde la infancia. Comparto las emociones de “abrazar con alegría aquello con lo que los otros aspiraban a estigmatizarnos, dejando claro que no sentimos ninguna vergüenza ni deshonra por aquello que intentan afearnos.” (*2) Y aún más se atreve Asier Santamari(c)a (*3), destacando la raíz común del prejuicio patriarcal que nos afecta y hunde a mujeres y maricas: “(…) Marica es el insulto último. El peor. Porque, ¿sabéis que nos están llamando cuando nos llaman maricas? Nos están llamando No-hombres. (…) Sí, queridas amigas. De ahí venimos las mariconas. De vosotras. De mi abuela Maricarmen. (…) De la interacción entre la misoginia y esa máquina de normalización que es el “convertirse en un hombre”. Y por eso he decidido abrazar esa palabra. Porque para delimitarme en la otredad “no-hombre”, me están insultando con “mujer” (…)”
Rutas promiscuas fuera de la homonormatividad
La segunda dirección a investigar es relativa a la forma de las relaciones afectivo-sexuales y para mi empieza con una enésima contradicción personal: estoy casado con mi marido César (¡y además me ha encantado mi boda!), pero tenemos una pareja abierta. Ser homosexual me ha puesto en una situación de falta de referencias de modelos familiares y relacionales: como marikas podríamos disfrutar de esta ausencia de tradición e inventarnos nuevas formas sentimentales y eróticas. Al contrario y al mismo tiempo, podemos caer y reproducir los modelos aprendidos por el patriarcado y dirigirnos más o menos inconscientemente hacia la homo-normatividad.
Este proceso potencial de creación libre está sufriendo golpes muy duros por parte de un movimiento LGTB que se está normalizando hacia abajo, visibilizando mayoritariamente parejas gais y (raramente) lésbicas monogámicas, blancas, burguesas (y ojalá con hijitos generados por gestación subrogada). Me gustaría alejarme de esta pesadilla normativa y buscar nuevos sueños y nuevas posibilidades. Eso sí, de la mano de mi marido, que es también mi amigo, amante, cómplice y compañero de activismo.
En Madrid he aprendido de experiencias de poliamor y de anarquía relacional, movimientos y personas que ofrecen herramientas necesarias para cada tipo de relación. Y me gustaría romper las barreras auto-impuestas entre lo sentimental y lo sexual; creo que todas las relaciones tienen componentes eróticos y afectivos, y que es fundamental tomar consciencia de eso, y vivirlo con sinceridad. Me planteo re-diseñar el espacio de “amistad” marika, como sororidad, complicidad y cuidado entre pares, recuperando la confianza en nuestros cuerpos. Son sentimientos que se nutren de la lucha por la libertad de nuestras madrinas en la historia del movimiento y de la consciencia de ser sero-involucradas, responsables como comunidad de la batalla contra el estigma del VIH. Es un horizonte fluido, con la perspectiva de vivir con humor e ironía, sin tabús y con asertividad, y siempre con consentimiento, el erotismo entre nosotras.
Recuperar la visibilidad de la promiscuidad va a ser otro reto. Tengo el privilegio de poder ir a locales de sexo y a lo largo de los años he aprendido a vivir estas experiencias como espacios íntimos de desconexión y de búsqueda del placer. Tiempos para divertirme escuchándome, en los que puedo enseñar mi cuerpo, observar a los demás, dejar emerger mis deseos y expresarlos con placer. En este proceso ha venido en mi ayuda la práctica del nudismo, experimentada recientemente con la pasión de la experiencia. Descubrí la oportunidad de de-erotizar el cuerpo a mi gusto cuando quiera, de perder el miedo al pudor infiltrado en mi mente y de recuperar el orgullo imperfecto de cada parte de mí, que no corresponde al ideal de hombre gay musculado representado por los medios.
Compartiendo esto, voy adentrándome hacia la tercera temática a la que quiero enfrentarme: liberarnos de las prácticas sexuales normativas y de los cánones de belleza. Sobre el tema, ya escribí hace tres años un artículo para Orbita Diversa, que sintetiza mis aspiraciones: “Los tres mitos de la sexualidad masculina: erección, eyaculación y penetración.” Contaba que a menudo en mi experiencia, por miedo e inseguridad, no supe expresar mis deseos o no quise decir que no, perdiendo la ocasión de disfrutar llenamente del placer. “Juntando estos tres mitos, noto que esta obsesión por un orgasmo penetrativo – hecho por un lleno masculino y un vacío femenino – no es más que una herencia heterosexista, una imitación hipócrita del sexo reproductivo.”
Es gracias a muchos intentos solitarios y a diálogos privados con pocas personas que llegué a dar una vuelta a esta dirección forzosa y a romper estas normas no escritas, abriendo oportunidades de gozar por completo de los cuerpos y de las prácticas. Me encantaría sacar estas reflexiones liberadoras de los cuartos oscuros, y proponerlas sin vergüenza a otras personas.
Crear en grupo no mixto
¿Y ahora qué vamos a hacer en grupo? Me imagino un espacio libre y abierto, un laboratorio de intercambio, donde escuchar otras vivencias y reflexiones y elaborar juntas nuevas ideas en estas tres direcciones y en muchas más. Y además creo que se podría profundizar creando, usando herramientas de artivismo para conectar con más diversidad, usando quizás la fotografía, las artes visuales, el dibujo, el teatro, la escritura…
Mi preferencia es crear a través del cuerpo y del cuento; ya la manifesté claramente en proponer la pieza de teatro encuentro La Libertad es Agua. Fue un viaje profundo, desgarrador, pero al mismo tiempo liberador, por que quitó del medio años de temores, recuperó unos recuerdos íntimos de mis exploraciones solitarias y me permitió compartirlos escénicamente con improvisaciones emocionales. Ojalá no sea sólo el teatro la forma con la que el grupo quiera inventar, cierto es que tengo muchas ganas de poner a escena más vivencias, a partir justo del artículo de los tres mitos, que espera su versión teatral desde hace tiempo.
Mi grupo ideal seguirá bien enraizado en la alianza con las mujeres y con las personas trans*, estimulando continuos intercambios y creando nuevas propuestas «Chicas y Marikas», pero esta vez para mí es necesario empezar el nuevo camino con un grupo no mixto. ¿Por qué? Por reconocernos, por re-apropiarnos de nuestro espacio, por dejar fuera posibles interferencias y protegernos, por construir una confianza que todavía es muy débil. ¡Si te sientes marika, eres la bienvenida! Con esta última reflexión conflictiva, ímpetu de orgullo y ganas de mirarnos la una a la otra, cierro este texto, fruto de mucho esfuerzo de generosidad, llena de confianza y de ilusión.
«…no creáis que sea fácil contar todo esto. Cada vez siento como una pelota de piedra dura que sale desde mis entrañas, llena de miedos, de vergüenza, de auto-juicio. Y cuando sale, duele. Pero al final me libero. Y si otra vez he vuelto a contar, es por que siento cada día más urgente la necesidad de compartir mi sentido de la libertad.»
Matteo RyU
matteo.ryu@orbitadiversa.org
instagram @matteoricciugatti
facebook.com/amylamb77
Fuentes
*1 ¿Habitar la incomodidad?, Sopa de ajo, Cuirmadriz #1, páginas 29-30, enero 2018, adaptación propia
*2 Teoría Marica, o el Insulto como bandera, Elena Álvarez Mellado, eldiario.es, 27 de marzo de 2017
*3 Hasta luego, Maricarmen, Asier Santamari(c)a, Pikara Magazine, 23 de febrero de 2018
Fotos de Carlos Lombao Pardo, Femineidad ¿y/o? Masculinidad
Lee también: «Porqué el feminismo me hace ser mejor gay» por César DM
Otras referencias maricas pop:
- Tales of the City, Armistead Maupin
- Queer as Folk UK, serie TV 1999
- Please Like Me, serie TV, 2013-2016
[…] Lee también otro post del abril 2018: […]
Querido Matteo: a medida que iba leyendo el magnífico texto que has publicado en el blog de OD -admiro tu capacidad para desnudarte emocionalmente en la web-, se me fueron planteando diversas cuestiones sobre las que me gustaría reflexionar contigo y con las personas que lean este blog.
En lo que respecta al grupo diverso marika, me parece una iniciativa bien interesante y siento curiosidad: ¿podría formar yo parte del mismo como gay normativo -como me calificaron una vez- y me apropié en su momento?
En otro orden de cosas, me sorprende cuando dices que te resulta doloroso cuestionarte nuestros privilegios como hombres cisgénero. ¿Realmente te supone un sufrimiento ser consciente de ello? Supongo que te refieres a los privilegios que tenemos como hombres europeos, blancos occidentales, me equivoco? A mi me plantea la existencia de una gran injusticia hacia quienes no lo son, pero el descubrirlo y ser consciente de ello no me ha “dolido”. En todo caso, ha reforzado mi sentimiento de injusticia hacia quienes carecen de esos privilegios que nos han sido dados por nacimiento y ha reforzado mi idea de intentar acabar con ello.
Quizás esa conciencia precisamente me haya hecho experimentar una cierta idea de soledad o de ser único en “mi especie”. Quiero decir, que últimamente me veo un poco “marciano” en entornos heterosexuales o fuertemente binarios (antes no me ocurría, es un fenómeno que me sucede o me afecta últimamente).
¿Tiene algo que ver todo esto con tu alusión a las “nuevas masculinidades”? Es posible; personalmente pienso que engloban a las experiencias gais. Es más, creo que, de hecho, se apoyan en rupturas e innovaciones que comenzaron individuos gais a visibilizar o adoptar como actitudes o formas de vida. Y considero que tienes razón, en que de “nuevas” sólo tiene el nombre, jajaja. En mi opinión, pienso que nuestra vivencia como maricas tiene precisamente un valor fundamental. Hemos tenido que romper barreras, defendernos y elaborar estrategias para poder llegar adonde estamos ahora: orgullosas de ser como somos, fuertes y, además, en cierto modo, nos hemos convertido en un referente o modelo para muchos jóvenes, a través de nuestra labor divugativa/educativa a través de nuestro trabajo a través del voluntariado.
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[…] Pienso en los cursos de escritura en La Tortuga, entre paredes acogedoras y manos firmes, que me acompañan a liberar palabras que -como estas mismas- poco a poco, con paciencia y cariño, encuentran su orden, y en este 2018 han dibujado mis veinte años de historia marika. […]
[…] ¡ADELANTE, MARIKAS! […]
[…] Por esta razón he buscado una red donde me he re-apropiado de mi identidad marika. […]