10 personas trans y diversas de otra época que deberías conocer
2mayo 5, 2018 por Dani-asa Curbelo
Para combatir los discursos transfóbicos y de odio que acusan desde la ignorancia a la diversidad sexual de ser un «producto» del momento o una «moda» pasajera, es importante conocer, recuperar y compartir las vidas de personas que pertenecieron a otros contextos y épocas y que desobedecieron las normas y los cánones establecidos. Son nuestras antepasadas transgresoras y forman parte de nuestra propia Historia olvidada.
Los textos han sido extraídos de la página de Facebook «Memorias Aisladas»
1. Gladys Bentley
Gladys Bentley nació en Philadelphia en el año 1907.
Allí pasó una infancia no demasiado feliz puesto que sus compañeros y compañeras se burlaban de ella por su peso y aspecto de «marimacho».
Ya en la década de 1920 y 1930, Gladys se dedicó a actuar en fiestas y locales clandestinos de lesbianas en el famoso barrio neoyorkino de Harlem, que por aquella época dorada se pobló de gays, bisexuales, trans y lesbianas. Vestida de esmoquin y con sombrero de copa, Gladys cantaba blues al mismo tiempo que flirteaba abiertamente con las mujeres del público. Pronto su nombre se convirtió en sinónimo del Harlem más «caliente».
Pero el sueño no duró eternamente. La Gran Depresión y la derogación de la Ley Seca pusieron fin al show. A pesar de ello, Gladys se esforzó por continuar entregándose a su público. Un público que la respetaba y quería. Sin embargo, en 1937 se vio obligada a mudarse a Los Ángeles dejando atrás el esmoquin y sombrero de copa que la caracterizaron como una de las figuras más transgresoras del momento.
Gladys Bentley murió en 1960, habiéndose refugiado en la devoción cristiana de la represión y persecusión macartarista contra homosexuales.
2. Juliana Martínez
Esta es la historia de Juliana Martínez, una mujer salvadoreña trans originaria de San Ildefonso, San Vicente, que en 1940 fue detenida por su identidad.
Juliana fue detenida y encarcelada por la Policía de Hacienda por estar en la frontera de los géneros, por identificarse como mujer aunque la sociedad le dijera que no en base a sus genitales.
Pero en su municipio de residencia las personas que la conocían la llamaban por el nombre que para ella se ajustaba a su identidad de género. También tenía una fuente de ingresos. Esta inclusión y aceptación de identidad posiblemente no era aceptado por las “autoridades” que la obligaron a utilizar vestimentas que ella no reconocía como parte de su identidad. Es probable que no haber obedecido a las autoridades de modificar sus vestimentas fuera lo que promovió su encarcelamiento.
Una crónica del periódico Diario Nuevo del día de su arrestro en el año 1940 narra:
«¿Un hombre que es mujer o una mujer que es hombre? Así decían y comentaban ayer, profusión de personas en la ciudad de San Vicente, cuando agentes de la Policía de Hacienda, llevaban por la calle capturado a un sujeto de piel cetrina, abundante cabellera, con hermosas peinetas y blusa femenina de color amarillo.»
El periodista pudo mantener una conversación con Juliana que incluyó en la crónica y dice:
«– Pero entonces, dime la verdad, qué éres tú: Hombre o Mujer?
– Yo soy común de dos, señor.
– Pero hombre, cómo va a ser eso?
– Pues vea usted. – Yo soy hombre, por que soy hombre; pero no soy hombre; ni nunca lo he sido, no quiero serlo.»
El investigador Amaral Arévalo, gracias a quien se conoce la historia de Juliana, afirma «Los discursos de odio al interior de El Salvador utilizan el estribillo “la homosexualidad es una importación de los países occidentales” como estrategia política para negar la existencia histórica y cotidiana de personas salvadoreñas que no se rigen por el modelo heterosexual para ejercer su sexualidad y manifestar su expresión/identidad de género. (…) las fuentes primarias muestran la existencia de personas salvadoreñas LGBTI en diferentes momentos históricos.»
3. Madame Pattirini
Brigham Morris Young nació el 18 enero de 1854 en Utah (Estados Unidos). Hijo de Brigham Young, un líder cristiano conocido popularmente como el «Moisés mormón», a Morris se le considera una de las figuras precursoras del fenómeno Drag Queen y transformista del siglo XX.
Morris vivía su vida dentro de los sólidos parámetros de su religión cristiana-mormona. Fue uno de los fundadores de la Asociación de Jóvenes de Mejoramiento Mutuo y el predecesor del programa para los jóvenes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Iglesia Mormona).
En el año 1875 Morris, con apenas veintiún años, se embarcó en una misión religiosa a Hawaii. Ocho años más tarde se casó con Armeda Snow con quien tuvo un hijo. En 1885 Young, su esposa y sus hijos regresaron de su misión en las Islas Hawaianas.
Poco después de regresar a Utah, sorprendentemente Morris comenzó una carrera de cross-dressing («transformismo») actuando públicamente como una diva de ópera italiana bajo el seudónimo de Madame Pattirini. Podía producir un falsete tan convincente que muchas personas en la audiencia no se daban cuenta de que Pattirini era Morris. Este insólito artista actuó en locales mormones del norte y centro de Utah desde 1885 hasta 1900, llegando a alcanzar una fama notable.
«Aunque no he encontrado ninguna evidencia directa de que Brigham Morris Young fuera homosexual, ciertamente cruzó las barreras de género sin ninguna repercusión negativa cada vez que apareció en público como la diva de la ópera italiana Madame Pattirini», afirma Connell O’Donovan en un estudio titulado «Un repaso de la historia de la homosexualidad y el mormonismo, 1840-1980».
Morris falleció el 20 de febrero de 1931, con setenta y siete años de edad.
4. Manuel Alfonso
Manuel Alfonso nació en 1946, en el barrio de Guanarteme de Las Palmas de Gran Canaria, junto a la playa de Las Canteras. Su padre trabajaba en la Compañía Trasmediterránea. Su madre se dedicó a las tareas de hogar hasta que se separó de su padre y comenzó a trabajar en las factorías de pescado ubicadas en el mismo barrio en el que residía.
Desde su infancia estuvo marcado por sus ademanes femeninos que lo convirtieron en víctima de habituales insultos por parte de sus compañeros, que, como él mismo cuenta, habitualmente le gritaban: “¡maricón, que eres un maricón!” Manuel, en ocasiones, respondía a los insultos de manera agresiva, porque, como explica “me daba mucho coraje que me llamaran maricón. Aunque yo sabía que lo era”.
La primera vez que estuvo en comisaría tenía 15 años, porque la policía se equivocó con su edad y le pusieron dos años más. Con esa edad estuvo una semana en la prisión de Barranco Seco. Las detenciones e idas y venidas a la comisaría eran frecuentes, por el mero hecho de exponerse en las calles: “Nos poníamos en una esquina dos, tres o cuatro a hablar de nuestras cosas (…) en ese momento estábamos descuidados, como era de noche, a oscuras (…) paraban justo delante de nosotros, estábamos tranquilos y descuidados, paraban y venga, carnet de identidad y palante para la comisaría, y en comisaría una semana, tres días a la cárcel, diez días, quince días, y así pero un montón de entradas y salidas que tuve yo y, bueno, como yo, montones de amigos de la época aquella”.
En la prisión eran habituales los abusos de los funcionarios, también los sexuales. Manuel cuenta que “en la prisión de Barranco Seco por la noche iba algún funcionario que abría la puerta y si había algún mariconcillo joven como yo que le gustaba, lo sacaban afuera y con la excusa de “hacerles el cuarto”, tenían que mantener relaciones sexuales con él. Me ocurrió a mí en la prisión de allí”.
En su expediente constan cuatro detenciones e ingresos en prisión en el año 1963, con 17 años, por delito de conducta atentatoria contra la moral. En 1964 es detenido y finalmente declarado en estado peligroso por su condición Homosexual, según consta en el Expediente nº 62/63 del Juzgado Especial de Vagos y Maleantes del Archipiélago Canario. Tras esta declaración es recluido en la prisión de Gran Canaria, luego trasladado a la de Tenerife y, posteriormente a La Palma. Entre esas tres prisiones cumplió un año de condena.
Para un joven de apenas 18 años la experiencia carcelaria, la separación de su familia y la sensación de aislamiento y estigma que significaba el estar separados de los demás presos eran situaciones difíciles de afrontar: “en aquella época, como era joven, lloré mucho, lo pasé muy mal, pero siempre con la ilusión de que iba a salir”.
De la prisión de La Palma salió en 1965. En 1966 fue trasladado a la comisaría de Policía “por haber sido detenido en la vía pública por llevar a cabo actos de ostentación Homosexual”. Fue condenado a una multa de cinco mil pesetas e ingresó para cumplir 30 días de prisión.
Como a todos los que sufrieron la represión del régimen, su experiencia le marcó profundamente: “yo no puedo olvidar que una persona me diera un porrazo sin yo hacerle daño. Que yo estuviera en una esquina con dos amigos, hablando, y que llegaran unos señores vestidos con un uniforme, representando a la ley de España y que esos señores me maltrataran y me pegaran. (…) Yo no lo etendía y no lo entenderé así viva cien años”.
(Extracto del artículo «Los homosexuales durante el franquismo: vagos, maleantes y peligrosos» de Víctor M. Ramírez)
5. Lucy Hicks Anderson
Lucy Hicks Anderson nació en el año 1886 en Kentucky.
Hoy Lucy podría describirse como una persona transgénero, pero ese término no existía durante su época. Aunque ella no se refirió a sí misma como una persona trans, insistió públicamente en que todo el mundo tiene el derecho a decidir a qué género pertenecer. Hija de una familia afrodescendiente, cuando era pequeña y comenzó a ir a la escuela ella insistió en usar vestidos y comenzó a llamarse a sí misma Lucy. Su madre la llevó a un médico y el médico le dijo que criara a Lucy como a una niña. Dejó la escuela a los quince años para trabajar como empleada doméstica. Cuando tenía veinte años se mudó al oeste, instalándose en Texas, donde trabajó en un hotel durante una década. En 1920, se casó con Clarence Hicks en Nuevo México y después se mudó a California. En Oxnard continuó trabajando como empleada doméstica pero también ahorró dinero, compró propiedades cerca del centro de la ciudad y llevó un burdel. Lucy se divorció de Hicks en 1929. En 1944 se casó con Reuben Anderson, un soldado estacionado en Long Island, Nueva York.
Cuando las autoridades descubrieron que Lucy no era una mujer cisgénero el fiscal del distrito de Ventura decidió juzgarla por perjurio. Según el fiscal ella había cometido perjurio cuando firmó la solicitud de una licencia de matrimonio jurando que no había «objeciones legales al matrimonio». Ella desafió la autoridad de los médicos que insistían en que era un hombre. «Desafío a cualquier doctor en el mundo a que diga que no soy una mujer», dijo a los periodistas en medio de su juicio. «He vivido, me he vestido, he actuado exactamente como soy. Soy una mujer». Un jurado la declaró culpable, pero el juez la puso en libertad condicional durante diez años en lugar de enviarla a prisión. Sin embargo, como Lucy había recibido cheques como esposa de un miembro del ejército estadounidense el gobierno federal enjuició al matrimonio por fraude en el año 1946. Ambos fueron declarados culpables y sentenciados a prisión. Después de su liberación intentó regresar a Oxnard pero el jefe de policía local le dijo que se fuera de la ciudad o se arriesgara a ser procesada.
Lucy Hicks Anderson vivió el resto de su vida en Los Ángeles hasta fallecer en 1954.
6. Vesta Tilley
Aunque no sea tan reconocido, también existe el transformismo masculino o Drag King. Y no es algo nuevo. Prueba de ello es la vida de Matilda Alice Powles, más conocida como Vesta Tilley.
Tilley nació en 1864 en Inglaterra. Su padre era actor de comedia y, en ocasiones, director teatral. Actuó por primera vez en el teatro a los tres años y a los seis hizo su primer papel con ropa masculina, con el nombre de Pocket Sims Reeves.
Poco después, la pequeña Tilley se dio cuenta de que disfrutaba más cuando se expresaba en el escenario con ropa y aspecto asociados a lo masculino que en los restrictivos estilos femeninos de la época. Al hacerlo, Tilley acomodó su cuerpo de modo que presentara un físico de aspecto masculino vendando sus pechos.
Los caballeros que la veían actuando tomaban nota de moda observando su estilo en el escenario. Y las mujeres que la miraban reían las exageraciones satíricas de Tilley sobre los hábitos masculinos. Tal y como Allison Neal explica: «Al mostrar a las mujeres un ideal de masculinidad que era deseable pero inalcanzable, Tilley ofreció una opción segura a muchas de las audiencias porque su acto se basó únicamente en la idea de fantasía en lugar de cualquier realidad vivida». Tilley actuó por última vez en 1920 en el Teatro Coliseum de Londres, con 56 años. A partir de entonces vivió como Lady de Frece, trasladándose a Montecarlo.
Vesta Tilley falleció en Londres en 1952, a los 88 años de edad.
7. Mariela Muñoz

Mariela Muñoz, más conocida como «La gigante» nació en Lules, un pueblo de la norteña provincia de Tucumán (Argentina), el 24 de diciembre de 1943.
El 2 de mayo de 1997 Mariela, con 55 años de edad, se convirtió en la primera mujer transexual de Argentina en conseguir el cambio de nombre y género en el documento nacional de identidad. Mariela se ganó la vida como tarotista mientras criaba a 17 niños que se encontró en la calle o que le entregaron sus padres.
La cineasta francoargentina Maria Audras ha dirigido un documental que narra su vida y recuerdos: se titula «Amor a paso de gigante» y ha ganado el premio al mejor largometraje en el festival de cine LGBTIQ Asterisco la semana pasada. La vida de Mariela estuvo llena de obstáculos y momentos duros pero que nunca pudieron derribar su dignidad y valentía. Soportó burlas, golpes y hasta una violación colectiva correctiva por tres hombres durante su juventud, entre otros casos.
8. Mary Jones
Mary Jones fue una de las primeras personas trans en aparecer en la Historia de Estados Unidos. Mary además era afrodescendiente.
Nació en 1803 en Nueva York, ciudad en la que residía y trabajaba como prostituta. En el verano de 1836, Mary fue arrestada después de pasar la noche con un cliente. Porque ella no solo era prostituta, también fue una carterista que había robado a un albañil blanco llamado Robert Haslem hasta 99 dólares (que serían al menos 2.600 dólares actualmente). Cuando la arrestaron, la policía la registró y descubrió que no era una mujer cisgénero. Su juicio se convirtió rápidamente en la comidilla de la ciudad, ya que apareció en el tribunal vestida como una mujer muy elegante.
Ella misma dijo durante el tribunal: «Siempre he asistido a fiestas entre la gente negra vestida de esta manera, y en Nueva Orleans siempre vestía de esta manera». El tribunal, como era de esperar, se comportó de un modo muy horrible con Mary Jones, riéndose, utilizando su nombre asignado al nacer (Peter Sewally) e incluso arrebatando su peluca en un momento dado. Finalmente fue sentenciada a cumplir cinco años en la prisión estatal de Grand Larceny, siendo probablemente enviada al módulo de hombres.
No debería sorprender a nadie que en 1836 una prostituta trans y negra acusada de robo no tuviera ninguna posibilidad de ser declarada inocente. Su juicio fue sensacionalizado y su imagen publicitada como «El Hombre Monstruo». Tras su liberación, Mary fue condenada nuevamente y enviada a la prisión de Sing-Sing durante cinco meses por «travestismo».
Después de salir de prisión desapareció de la Historia registrada del país.
9. Barbette
Vander Clyde nació en Texas el 19 de diciembre de 1899, a las puertas de un nuevo siglo. De pequeño ya demostraba sus habilidades cirquenses al practicar el funambulismo sobre la cuerda de tender de su madre. Siendo apenas un adolescente se marchó de casa para abrirse carrera como acróbata de circo, y durante varios años formó pareja con una artista del trapecio. Cuando ésta falleció, Vander Clyde asumió el papel de una hipotética hermana gemela y realizó su número vestido como una mujer.
Así nació ‘Barbette’. Una muchacha con pequeños tirabuzones que caían junto a una mirada atrevida e inquietante.
Fue tal el éxito de sus transgresores números que en el año 1923 inició una gira por Europa, debutando en pistas de circo y escenarios tan famosos como el del Moulin Rouge o el Folies Bergère en París. La aristocracia y la élite cultural de principios de siglo se sintieron cautivados con la interpretación de este joven que compaginaba el transformismo con el circo.
En julio de 1926 el poeta Jean Cocteau publicó en la ‘Nouvelle Revue Française’ un breve ensayo titulado ‘Le numéro Barbette’, un documento de primera mano acerca del espectáculo de este particular trapecista, y que narraba:
«El éxito de Barbette proviene de su habilidad para invocar el instinto de varias salas en una y el público emite su voto favorable por razones opuestas. Porque complace a aquellos que ven en él a la mujer, a aquellos que ven en él al hombre, y a aquellos otros cuya alma se conmueve ante el sexo sobrenatural de la belleza.» Según Cocteau, Barbette iluminó las posibilidades de pensar el género, el sexo y la sexualidad fuera de los binarios convencionales a través de la innovación estética y teatral. Su carrera como trapecista, funambulista y acróbata se extendería durante décadas.
Enigmática y misteriosa en sus actuaciones, también lo fue al morir. El 5 de agosto de 1973 la luz de Barbette se apagó después de tragar un bote de calmantes. Esta trapecista del circo y del género se despidió para siempre con el recuerdo de los focos, el brillo de las lentejuelas y el sonido de los aplausos.
10. Radclyffe Hall
Radclyffe Hall nació en Bournemouth, una ciudad costera ubicada en la costa sur de Inglaterra, en 1880. En su infancia, marcada por la introversión y la soledad, se hacía llamar Peter, como su abuelo. De familia con un gran poder económico, comenzó sus estudios en Londres para más adelante viajar a Alemania.
Durante su adolescencia, Hall comenzó a flirtear y enamorarse de otras chicas. Ya con su corta edad mostraba una ferviente pasión por los coches y la equitación, lo que en una Inglaterra victoriana la hacía alejarse radicalmente del concepto de «feminidad».
Gracias a una multimillonaria herencia, Hall pudo dedicarse a la escritura -y sus affaires amorosos-, describiéndose a sí misma como una «invertida congénita» y de este modo apropiándose del calificativo peyorativo que en la época se utilizaba para referirse a la homosexualidad.
Con veintisiete años conoció a Mabel Veronica Batten: una cantante de lírico veinticuatro años mayor que ella y que además estaba casada. Sin embargo, eso no fue inconveniente para vivir y viajar juntas. Uno de aquellos destinos fue La Orotava, municipio de Tenerife (Islas Canarias), que quedó inmortalizada en su novela «El pozo de la soledad» (1926): la única de sus novelas que trata abiertamente temática lésbica.
Aunque el libro no contenga sexo explícito, fue objeto de denuncia por obscenidad en Reino Unido, en donde se sentenció que todas sus copias fueran destruidas. Estados Unidos sí permitió su publicación no sin antes pasar por un extenso proceso judicial en el que incluso participó Virginia Woolf como testigo en defensa del derecho a la libre expresión de Hall.
Radclyffe Hall falleció en 1943 a causa de un cáncer de colon. Su transgresor aspecto que combina travestismo y androginia, por sus monóculos y una gran variedad de sombreros Stetson, continúa siendo símbolo de valentía y coraje contra las normas hegemónicas de identidad y orientación sexual.
[…] el artículo “10 personas trans y diversas de otra época que deberías conocer, escrito por Dani Curbelo, activista tinerfeña que lleva años cyber-colaboradorando con OD: ha […]
Amigo, ¿Qué demonios es esto? Literalmente tratas a todos los hombres transgénero en femenino y a las mujeres transgénero en masculino.
Si vas a hacer una investigación a un tema del qué ni si quiera tienes la mera conciencia, será mejor que no lo hagas.