El cuento de orcoIRIS
2septiembre 4, 2019 por orbdiv
Nació en una rara ocasión, un animal, tremendamente extraño, le llamaron Orco. Él era curiosamente bello; al conocerle todas las personas se sorprendieron, ya que se encontraba lleno de infinitos colores, lo cual le proporcionaba maravillosas habilidades para enfrentarse a la vida, y protegerse.
Su padre y especialmente su madre sintieron miedo, todas las personas que querían a la familia, también tenían el terrible temor de que fuera rechazado por ser distinto, por esto entre todos le construyeron una capa llena de pinchos. Para que nada, ni nadie pudiera hacerle daño. Ya no se podrían ver sus colores, y se mantendrían alejados debido a su punzantes elementos, tampoco podría desarrollar sus fantásticas y diferentes capacidades, así como que estas crecieran y se perfeccionarán.

Casa de Orco
En el transcurso de la vida, el animal evolucionó, de un modo gris, con dificultad, quizá hubiera sido mejor dejarle libre… sin capa, ya que a fin de cuentas, solo llevaba a que la gente se asustara o no le llegara a ver, lo que provocaba, que las personas le agredieran, con palabras e incluso golpes, a nuestro querido orco. Vivió una infancia muy complicada y, como nadie le contó que sus colores asustaban, de vez en cuando este animal hacía que se rompiera la capa y se mostrara esa gama de diversos colores, entonces recibía de nuevo ataques por ello.
Con lo cual aprendió que debía llevar muy sujeta su capa, estaba convencido de que era lo que le salvaría la vida.

Orco aprende a crecer
Su existencia se convirtió en una maravillosa cárcel de oro, su habitación; dónde jugaba, cantaba, bailaba y dibujaba historias, en las que él era feliz y se proyectaba haciendo feliz a otras personas, ese era su deseo. Hacer y ser feliz con otros.
Un día, cuando Orco ya tenía 30 años, recibió una terrible noticia, sus padres desaparecieron en un crucero en el que se encontraban, el barco se esfumó sin dejar rastro. Al recibir esta durísima información, Orco sintió que se esfumaban los pilares del edificio de su presente y futuro, el suelo temblaba bajo sus pies.

La habitación de oro
Según avanzó el tiempo, su piel de colores comenzó a ser levemente visible, ya que ni su padre, ni su madre podían recuperar y colocar las espinas que se le iban cayendo de la capa, como hacían antes de desaparecer. La capa se deterioraba por días, casi sin espinas, y llena de jirones.
Como su vida seguía siendo tremendamente solitaria, decidió apuntarse a una agencia para conocer a una pareja, de esas de las que disfrutaba tanto la gente en las películas y series de televisión. Orco no encontró a una persona para acompañarle romanticamente en su vida… pero si conoció a dos ancianas sabias en las relaciones sociales, a Blanca y a Natalia, y se hicieron sus amigas.
Pasaban largas jornadas con té, vino o queimada. Las tardes se hacían noches e incluso madrugadas, con enormes debates sobre los valores importantes de la vida, la infancia, los sueños y todo lo que al final, según los tres consideraban importante para construir felicidad.
Un día Blanca comenzó a recortar y arreglar la famosa capa de Orco, con su permiso, ya que se encontraba hecha un asco y rota en jirones totalmente.
Natalia le dijo en otra ocasión: “Orco, si nos permites, vamos a dejar que tu interior brille y esos colores iluminen a todos, confía, déjanos ayudarte, quitémosla entera.”
Al descubrir la capa, todas, incluido Orco, alucinaron.
Las sabías amigas le hicieron otra sugerencia al ver aquello. “Ve al registro civil, cambia tu nombre, mereces otro, dada tu enorme diversidad y matices, ¡debería ser OrcoIRIS!”. Muchos cambios, que el aceptó gustoso, ya que sentía amor en los consejos de Natalia y Blanca.
No obstante al inicio Orcoiris se sintió desnudo y vulnerable, sumándole a esto mucho temor, cuando sus sabías amigas empezaron a presentarle a un montón de personas, y le empujaban a mostrarse tal cual era.
Explicó su historia; sus sueños, y dolores. Tras el miedo, pudor y exposición de su persona, las nuevas amistades comenzaron a valorar las virtudes de su piel de colores, entender lo importante de su lugar en el mundo y que esa diferencia que aportaba algo maravilloso a sus vidas, por fin sabían apreciarlo.

Orcoiris, Blanca y Natalia
Orcoiris tuvo una vida muy satisfactoria, no sólo la disfrutaba al máximo. Se dedicó a ayudar a los demás. De la mano de sus sabias amigas, crearon un lugar de acogida para las personas diversas.
Sus habilidades le harían sentir orgullo: palanca para crecer y dedicarse a los otros, con lo cual les permitiría que aumentaran y se llenarán de importantes intensidades; nuevas, auténticas y resilientes herramientas para la felicidad.
Por Jorge Escobar @jor_esc
Dedicado a mis profesoras Blanca y Natalia
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