Emociones de Mujeres Artivistas
3abril 24, 2015 por orbdiv
Las dos obras de microteatro representadas en nuestra fiesta de artivismo del 15 de marzo de 2015 nos hablaban de terrorismo machista y de la violencia ejercida por los cánones occidentales referidos a la imagen de la mujer.
Ha resultado gratificante ver cómo esto ha supuesto una invitación a la reflexión, y tras las representaciones hemos charlado e intercambiado puntos de vista con algunas de las personas que asistieron como público, especialmente en relación al tema de la talla 38 y a su puesta en perspectiva desde una mirada intercultural. En mi opinión, este diálogo y este debate que se puede generar tras la puesta en escena es una de las manifestaciones del artivismo como herramienta de cambio.
Todo lo que tengo que decir sobre mi experiencia artivista en Orbita Diversa es bueno: me río, aprendo, creo, crezco, expreso, comparto, conozco… El esfuerzo y los nervios los compensa luego un solo aplauso o una felicitación!
Desde pequeña me he hecho muchas preguntas sobre el mundo en que vivimos y siempre tuve el impulso de contribuir a cambiarlo para mejor… aunque no sabía, ni sé, muy bien cómo. Pero participar en estas piezas de microteatro se me presenta como una oportunidad, como una herramienta de infinitas posibilidades que proponen sin imponer, que intercambian sumando y nunca restando, que divierten y trascienden… desde el trabajo colectivo sin perder la individualidad, desde lo pequeño, inmediato y sencillo sin dejar de ser potente…
Gracias a todxs lxs que de alguna forma sois partícipes en este humilde pero convencido intento de transformar lo que nos rodea y a nosotras mismas.
Siempre había pensado que el activismo era la forma de cambiar cosas. El dedicar toda tu vida a una causa, el hacerla política. Sin embargo, con el artivismo he descubierto que haciendo la denuncia artística, y cercana, se consiguen muchas más cosas. Con mi participación en “Ogro de mi amor” he sido capaz de denunciar activamente en una causa, por un momento puntual, y hacer visible la violencia machista.
He tenido la ocasión de participar en ella conjuntamente, con mis compañeras, siendo la fuerza de la unión lo único que puede hacerlo posible. Cada una de nosotras piezas que se engranan y que tienen sentido, las unas en función de las otras, pero que a su vez todas éramos importantes en nuestro “papel”. He sentido cómo nuestra “acción” ha tenido un impacto en las personas que nos veían, y es que el arte es pieza fundamental como motor del cambio. Porque no les hemos dicho cifras, ni hemos hablado de estadísticas, sino que les hicimos sentir, vivir, por un instante la angustia, el dolor, la rabia y la impotencia que encierra un acto de violencia machista. Les hicimos partícipes de ello.
Y a su vez yo también fui partícipe de esa forma diferente de sentir los problemas sociales, en primera persona, a través de mi cuerpo. Utilizando los sentimientos que me producía el momento para ser transmisora y creadora a la vez. Porque, si algo caracteriza el artivismo es la confrontación e integración de términos, aparentemente opuestos (arte-activismo; personal-político; individuo-colectivo; mostrar-denunciar; entretener-provocar); que se entremezclan desde su complementariedad convirtiéndose en una gran metáfora de lo social, y de nosotrxs mismxs.
Esta es mi experiencia con la «Talla 38 occidental vista por Fatema Mernissi”. Cómo persona y actriz me siento agradecida de conocer la posición de Fatema con respecto a su cultura y al activismo social, encantada de conocer este texto fácil de leer y entender y puede que mucha gente no se sienta identificada con él y más bien puede ser muy criticable, pero a mi parecer el hecho de sacar el tema y de poner en comparación el velo musulmán con la talla 38 en occidente ya es un logro conseguido.
La gente o espectador puede posicionarse donde quiera.
He tomado este texto haciéndolo mío y personal así que he trabajado más con la palabra del mismo para que el espectador lo entienda perfectamente.
Agradecida con mi compañera Aitana que es un lujo y fácil de trabajar con ella por lo cómoda que una se siente y decir que he sido testigo de su crecimiento en el escenario.
Los nervios siempre van estar presentes al inicio de cada función pero poco a poco se me fueron quitando para llegar a uno de mis objetivos que era mostrar el carácter fuerte y activista de la autora (es la idea que me hice de ella, tal vez esté equivocada).
He intentado dejar el velo musulmán en un segundo plano ya que pienso que ningún objeto, sombreros, ni una ropa identifica la personalidad y carácter de cada persona.
Debo decir que me gusta ser más dirigida en escena y qué mejor de la mano de Francesco Chiavon Monte que siempre encuentra la forma de hacer grande el diálogo y a los actores actrices en escena y a la vez aprendiendo muchísimo de él, gracias. Feliz de ser participe de este proyecto que es Orbita Diversa y a la vez agradecida porque sin querer estoy haciendo activismo. La calidad humana del grupo de artivismo no tiene precio, se siente y se sintió especialmente ese 15 de marzo, mil gracias.
Ogro de Mi amor de Cynthia Cantú, lo conocimos hace unos meses. Es difícil leer el texto y que no te mueva algo o que te incomode, como mínimo. Por eso, cuando se hizo una propuesta para mostrarlo, no dudé en ofrecerme voluntaria.
La primera vez que se presentó el texto, fue en una librería, algo sobre un Dinosaurio. Es verdad que estaba nerviosa, al igual que mis compañeras. Pero estábamos parapetadas por el propio guión, así que en cualquier momento podíamos recurrir a él.
Semanas más tardes, se propuso realizar de nuevo la lectura dramática, pero lectura, no. No tenía sentido hacer lo mismo. Esta vez, además de alguna que otra variación, el texto se iba a dramatizar de memoria… Así que nos comprometemos a memorizar cada una su parte del texto. Unas horas de ensayo en casa de Francesco, quien nos da las directrices, las posiciones y los matices a tener en cuenta. Una vez, dos y otra más. Aquí se me fue el texto, en esta me trabé, aquí no llegué a darle intensidad, vamos muy rápido, ahora más despacio, que no decaiga la energía… Se termina el ensayo con el compromiso de seguir repasando, y así pasan los días, entre metro y metro recordando y memorizando cada palabra, cada intención. Y voy recitando en alto, mientras mi contrario alisa las paredes del futuro hogar, amenizando su labor y memorizando mi guión. Llega el día y el temor de que falle mi memoria es superlativo, sobre todo en los momentos que comparto con mis compañeras de escena.
Llego al lugar indicado, ya estamos tomando posiciones para colocarnos en el escenario, iluminación, proyectar la voz, la dicción. Después de los ensayos, un cigarro compartido con mis compis, todas estamos igual, solo Ismarú parece controlar la situación, su secreto: respirar y una botella de tila… A una le tiemblan las manos, otra tiene miedo de no ver y caer, que se nos olvide el texto. Va acudiendo gente, algunas personas que conocemos, otras caras amigas, y es posible que todo ello genere más tensión. Cinco minutos antes de comenzar el relato, nos juntamos, nos cogemos las manos y compartimos un momento íntimo para después mostrar y mostrarnos.
Ya salimos, y no hay nada más que mis compañeras, su presencia, su respiración, el ritmo de su voz, la energía… No soy consciente de nada y de nadie más. Sí, sé que hay gente, que estamos siendo observadas, y que están atentas a cada una de nosotras. Pero mis sentidos están en el pequeño escenario.
Cuando por fin se termina, se hace el silencio, son solo unos segundos hasta que se rompe con un aplauso y se suma otro y más. Durante ese breve silencio, respiro y me muestro. Y me siento bien, porque ha salido adelante, pero sobre todo, porque escuche y sentí cada momento, de Aitana, de Marian, de Ismarú y de Eduardo.
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